La temperatura del color se conoce como la dominancia de alguno de los
colores del espectro lumínico sobre los demás, de modo que
altera el color blanco hacia el rojo o hacia el azul en dicho espectro.
Se mide en Kelvin, según una norma que sitúa en 5.500 K la luz del día teóricamente perfecta. Para días nublados, la temperatura del color sube (se produce una dominancia del azul) hasta los 12.000 K, mientras que en el interior de una casa con iluminación artificial esa temperatura baja a unos 2.500 K, con una dominancia del rojo.
Se mide en Kelvin, según una norma que sitúa en 5.500 K la luz del día teóricamente perfecta. Para días nublados, la temperatura del color sube (se produce una dominancia del azul) hasta los 12.000 K, mientras que en el interior de una casa con iluminación artificial esa temperatura baja a unos 2.500 K, con una dominancia del rojo.
Cuando
miramos los objetos con nuestros ojos, percibimos los objetos blancos como
blancos, y los objetos grises como grises, no importa el tipo de fuente de luz
con la que los vemos. Esto es debido a que nuestro cerebro está entablando la
conversación por nosotros. ‘Sabemos’ que aquella pared es blanca, así que no
nos damos cuenta de que se ve amarilla por la noche (con la luz de la
habitación encendida). Si realmente empiezas a descubrir puedes ver estos
distintos colores de alguna forma, pero no son tan evidentes como lo son para
la cámara.
Las
cámaras modernas tienen ‘balance de blancos automático’ así que, ¿por qué no
podemos dejarlo simplemente así? El balance de blancos automático cumple
bastante bien su función, pero no es siempre preciso al 100%.
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